Entrevista con uno de los locatarios de antigüedades Caupolicán del Barrio Italia.
Por: Rodrigo Becerra y David Leiva
Marcelo Pizarro es uno de los administradores de “Antigüedades Miguel Núñez”, local que se dedica principalmente a la reparación y venta de muebles antiguos en el Barrio Italia.
Barrio Italia surgió a principios del siglo 20, producto de la migración italiana que llegó a nuestro país. Sin embargo, la zona de Caupolicán y la venta de antigüedades se remonta a fines del siglo 20.
Marcelo relata que está presente hace más de 43 años en este rubro. Sin embargo, su llegada al Barrio Italia se remonta a la década de los 80, cuando su padre puso una tienda de antigüedades en la calle Caupolicán. Desde entonces el Barrio ha ido evolucionando y diversos nuevos negocios han acompañado este crecimiento, entre ellas: heladerías de todo tipo, bares, restaurantes y otros negocios.
Avenida Caupolicán: Un lugar con historia
Pizarro demuestra su veteranía de restauración de inmuebles en sus manos, desgastadas por años de trabajos manuales. Es un talento con historia. Mientras lo entrevistamos, trabaja junto a sus demás compañeros.
Desde su niñez recuerda que todo empezó en los años 80, cuando su padre fundó una de las primeras tiendas de inmobiliarias en la avenida Caupolicán.
No obstante el local de su padre Pizarro empezó siendo un garaje y ropavejeros. Además que el negocio lo componían únicamente familiares, cosa que se mantiene hasta la actualidad. Lentamente, veía también como otros vendedores abrían sus puertas para vender en Caupolicán.
“Yo llevo 43 años Aquí. Antes estaba mi viejo. Yo empecé de niño junto a mi hermano. Los viejos se fueron y murieron, ahora sólo quedamos nosotros“.
El inicio de Antigüedades Núñez
¿El local se dedica a la restauración de muebles, además de la venta de artesanías?
– Compra, venta y restauración de antigüedades. Además de eso. Esto fue en el año más o menos 80. O sea, esto ya estaba iniciado por parte de nuestros viejos que ellos ya trabajaban en esto.
Pero antes no eran locales de antigüedades. Aquí en realidad, era un garage. Eran “ropavejero”.
Salían en el carretón, los viejos antiguamente, salían para el barrio alto, traían zapatos usados, vendían ropa, neumáticos, baterías. Y todos los carretoneros llegaban aquí, llegaban y compraban.
En este lapso de los cachivaches, ropa, baterías, neumáticos, venían lámparas. Unas lámparas antiguas. No sabiendo, las personas paraban a los otros y les decían, oye, ¿cuánto te vale esta lámpara? No sé, pues digan ustedes. Y entonces ellos pensaban y decían: “pucha, que pagan bien esto ”y ahí empezaron a buscar antigüedades.
Acá por ejemplo tienes una copia de Pacheco Altamirano, pero no es Pacheco Altamirano, es una copia.
Un cuadro de Pacheco Altamirano cuesta un millón y medio. Eso cuesta 200 lucas.
Hay diferencias, pero antiguamente cuando los viejos llegaban acá con los cuadros, los que les compraban cuadros fijaban el precio y nosotros pensábamos que el precio estaba bien. Pero nos comían con papitas fritas.

¿Y cómo ha sido la evolución? ¿Le ha afectado la expansión del Barrio Italia?
– Ellos mueren, nosotros no morimos. Porque lo fuerte son las antigüedades. Han llegado “gallos cuicos” aquí y han comprado casas. Gallos millonarios que han quebrado, porque pensaban que el Barrio de Italia era bueno. Pero, ¿qué pasa? Hay diferencias entre las antigüedades y los muebles que tienen ellos, no es lo mismo que las antigüedades.
O sea, la persona que sepa como yo, no va a ir a comprar un mueble de un millón de pesos, no doy ni 100 mil pesos por algo así.
¿Y el negocio es rentable acá?
– Antiguamente, era mejor que hoy. Por internet mucha gente se fija en lo que uno pide. Por ejemplo, yo por este ropero pido un millón y medio. Si me dan un millón dos, yo lo vendo.
“Yo pagué $500, pero hay gente que ven el precio de acá y no oferta lo mismo que yo pido. Puedo pagar un millón de arriendo y la gente no mira eso.
Yo digo no, porque la restauración es cara. Yo pago arriendo, yo hago la restauración. Hay gente que es muy avara y me dice “regálelo”, pero hay gente que es buena también, que valora el trabajo”.
Eso es lo bueno. Y así, por ejemplo, nosotros hemos aprendido varias cosas. A conocer el cliente, la gente buena, la gente mala, la gente tacaña, de todo. Porque uno tiene que comer y también dejar comer al cliente.
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